Primeros pasos

Aquí doy mis primeros pasos en el universo del blog...

viernes, 31 de agosto de 2012

Modo niños OFF. Modo relajación ON

Hoy, durante cuatro maravillosas horas he estado con el "modo niños off".
Gracias al periódico local de cabecera fuimos los ganadores de dos sesiones de baño con masaje relajante de 30 minutos en los baños árabes Aire de Almería.
Así que, tras mucho pensar, cuadrar agendas y conseguir canguro para los herederos, decidimos que el plan iba a ser: comida tranquila y apacible y posterior sesión de hidroterapia.
Y eso hemos hecho. Una comida de adultos, teniendo conversaciones de adultos, sin nadie gritando: "Mamá, que el hermano me ha pegado", "Mamá, que yo estaba primero viendo los dibujos" o "Mamá, el heredero pequeño se ha hecho pis encima"... Ha sido maravilloso...


¿Qué decir de los baños árabes? Situados en un enclave histórico de mi ciudad, rodeados de edificios emblemáticos y pintorescos. Al acercarte a la puerta ya se advierte un olor diferente, envolvente que te atrae hacia el interior. Cuando entras todo se vuelve paz y armonía. La música, el olor, los colores, el personal que te atiende, hablando en voz suave...
Te explican todo y te pasan al vestuario donde hay infinidad de detalles desde desmaquillante, body milk, gomina, desodorante, secadores y bolsas para guardar el bañador mojado hasta Agua Micelar!!!
Cuando bajas a los baños todo se convierte en mágico, entras en otra era donde todo es paz, relación, tranquilidad.
En medio de la sesión acuática te llaman para el masaje relajante de 30 minutos. Dios mío... Una experiencia inigualable... He recibido otros masajes relajantes en otros baños árabes y en spa pero éste... ¡¡Éste!! Desde los dedillos de los pies hasta el último pelo de la cabeza, con aceite aromático, todo silencio, todo susurros, sólo música y trinar de pájaros...
Cuidan todo al máximo detalle, terminan el masaje con una esponja mojada en agua caliente que termina de relajar hasta el último rincón de tu cuerpo.
Entre baño y baño puedes tomarte un té caliente con el punto de dulzor justo y necesario, sentado en unos bancos de mármol rodeados de velas y cestas de fruta.
Para finalizar, una ducha con un jabón que huele fantásticamente bien y un deseo inconfesable: Secuestrar al masajista y llevármelo a casa.

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